El profesor (segunda parte)

El viaje fue calmo, solo un par de horas de vuelo y finalmente era en la tierra de sus antepasados, Italia.  En el mismo aeropuerto cogió un tren y desde allí comenzó su gira por aquel país.
Visito un par de ciudades con arquitectura barroca y poco después se dirigió hacia la ciudad donde tendría lugar la importante muestra, punto central de su recorrido.  Llego muy temprano esa mañana, visito el centro histórico y luego se detuvo a comer algo en un local de la zona.  Allí mismo, solicito algo de información y luego se dirigió hacia la sede de la importante muestra pictórica impresionista.

Como había comprado un paquete, que incluía el ingreso a la muestra, no tuvo necesidad de hacer fila, una gran ventaja, ya que había un gran numero de personas en la puerta.  Y así, en pocos minutos ya estaba dentro. Inicio a recorrer tranquilamente los corredores, deteniéndose por algunos minutos delante de cada una de las obras, muchas de las cuales ya había conocido a través de sus libros, pero verlas en directo lo turbo.  En una de las salas, estaba una de las obras más apreciadas y por el mismo motivo bastante público, que en ese momento escuchaban con atención un guía.

No le gustaba los ambientes cerrados y mucho menos cuando eran tan poblados de gente, por este motivo, se quedó fuera por algunos minutos.  Viendo que en lugar de salir, cada vez entraba más gente, decidió ingresar. Intento acercarse en más de una oportunidad, pero lo disturbaba el contacto físico con los presentes y desistió.
Fue en ese momento que dándose vuelta, vio de la parte opuesta de la sala un cuadro que lo impresiono profundamente.  Se trataba de una obra que no conocía, retrataba una mujer joven en compañía de un pequeño, la escena era muy real. Se detuvo e inicio a fijarla en los mínimos detalles y mientras lo hacia, algo en su interior lo empujo a reaccionar de modo muy violento, algo que el mismo no lograría jamás entender…

No miraba a su alrededor, estaba ciego de rabia, una rabia que exploto improvisamente.  Fue solo un instante, poquísimos segundos, que parecieron interminables, como si el tiempo se moviese en cámara lenta.
Comenzó a sudar y se alejó de la multitud, algo en un interior le decía que debía apropiarse de esa obra, o más bien hacerla desaparecer. Quedaban un par de horas al cierre de la muestra y comenzó a girar por los corredores.  Pasaron los minutos y cada vez quedaba menos publico, entonces supo que era el momento apropiado y mientras todos se dirigían hacia la salida, fingiendo que andaba hacia los servicios, se introdujo rápidamente en aquella sala, supero el límite de seguridad y con gran fuerza, introdujo sus dedos dentro el marco que sostenía la tela, arrancándola.

La plegó y la metió bajo sus vestidos.  Luego salio velozmente. Parecía que nadie se hubiese dado cuenta de lo sucedido, ahora no veía la hora de finalizar con toda esta locura.Inicio a deambular nerviosamente por las callejuelas y alrededores, buscando un lugar donde deshacerse de esa obra, pero como no encontró nada que lo convenciera verdaderamente, quizá seria mejor esperar a que oscureciera.  Por otro lado, su tren partiría a la media noche.
Finalmente, decidió entrar en una taberna que encontró a su paso y se sentó en una de sus mesas, quizá en aquel lugar podría pensar con calma y al mismo tiempo, tratar de no hacerse notar demasiado.  En el local, algunas personas le resultaron conocidas, posiblemente estaban entre los presentes a la muestra.
Al improviso, alguien dijo en voz alta:

-. Ce stato un furto alla mostra, accendi la tv! (Han robado en la muestra, enciende la TV!)

Su nerviosismo aumentó, temblaba y sudaba al mismo tiempo, se levantó y mientras se dirigía hacia los servicios, sintió la sirena de un patrullero que pasaba por la zona.  Entro en el baño, se encerró en uno de los compartimentos y acomodo la tela del cuadro bajo sus vestimentas.  Luego se lavó la cara con agua fría y salio, con total normalidad.  Pago en la caja y se encaminó hacia la estación con un paso apurado.
«A esta hora no habrá demasiadas personas» pensaba. Quizá una vez dentro del tren, podría deshacerse de su «carga» en los servicios o de cualquier otro modo y así, ninguno sabría jamás quien era el responsable. Fue en ese momento, que vio acercarse dos Carabinieri, que caminaban en sentido contrario.

Continuara…

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