En medio del sueño, comenzó a sentirse inquieto y entreabrió sus ojos, los postigos dejaban pasar algo de luz desde la calle, que diseñaban caprichosas figuras en la pared. Busco a tientas sobre la cómoda que estaba vecina a su lecho, el reloj marcaba las 3AM, se giro y comenzó a fijar el techo de la habitación.
Era una noche cálida, no se sentían rumores y soplaba una suave brisa, apenas perceptible. Continuo allí por un buen rato, sus pensamientos divagaban entre el sueño y la realidad. Poco después decidió alzarse y camino hacia la ventana. Por las hendijas del postigo no lograba ver demasiado, la luz de la esquina lo encegueció, provocando que retrocediera un poco.
Que hacer ?… Se dijo a si mismo.
Quizá un paseo no estaría mal, después de todo a esa hora no habría nadie que lo disturbara. Comenzó a vestirse con calma, descendió las escaleras y llego a la puerta. La calle era desierta, solo se veían las luces de la calle, circundadas de miles de insectos. Inicio a caminar sin un rumbo fijo, con paso tranquilo, con la mente en blanco.
Recorrió unas dos cuadras, por el medio de la calle, a los lados estaban algunos vehículos estacionados, con los techos húmedos y no se sentía mas que algún ladrido a lo lejos o el ronquido de algún vecino que dormía con las ventanas abiertas.
Algunos metros mas allá, apoyada contra un muro una sombra femenina. Se acerco lentamente y por el aspecto comprendió que se trataba de una prostituta, solitaria a esa hora de la madrugada.
-. Cuanto quieres para hacer el amor? pregunto tímidamente.Una voz ronca de tantos tabacos fumados y poco femenina, le respondió:
-. Yo no hago el amor con nadie! , si quieres echarte un polvo, tienes que pagarme 30 pesos.
El hizo un gesto como buscando algo en sus bolsillos y dijo:
-. Pues ahora tengo 50, si no tienes para darme el resto, te doy los 30 en la casa, no es demasiado lejos…
Ella lo miro titubeante y pensó que a esa hora ya era difícil encontrar algún cliente, además le pareció un joven sin experiencia y de mala gana respondió:
-. Esta bien, pero mira que si buscas engañarme, tengo quien me protege y te las veras muy feas!
En silencio, comenzaron a caminar, ella iba delante con paso decidido y sin gracia. Tendría al menos unos 40 años, espaldas anchas y emanaba un olor para nada atrayente..
El la seguía sin dejar de mirarla, mientras en su interior algo le decía que todo aquello no era una buena idea. Sentía su olor, sus piernas comenzaron a temblar a cada paso, se sentía todo contraído y su estomago parecía girarle. Comenzó a respirar con dificultad, a medida que se acercaban a la casa, estaba cada vez mas agitado, pero no era deseo, mas bien asco.
En un momento, se detuvo y apoyándose contra un muro, comenzó a sudar, sus manos eran temblorosas, estaba pálido e inclinándose en un gesto desesperado, vomitó…
Ella se giro, lo miro un momento con un aire de lastima y luego se alejo entre insultos y maldiciones en su contra.
El se quedo allí, mirando el cielo solitario y envuelto en sus pensamientos. No era la primera vez que lo intentaba…
Ya comenzaban las primeras luces del día, era domingo y no había señales de vida en los alrededores. Regreso a su casa, subió las escaleras con algo de dificultad y entro en su habitación. Sin quitarse las ropas, se hecho en la cama entre aquellas sabanas vacías y se durmió.
Quizá la próxima vez…