Italia cierra un año tremendo, con recesión, deflación, desocupación con máximos históricos y perspectivas a corto y mediano plazo que no avizoran prosperidad, mas bien todo lo contrario.
Como he comentado en post anteriores en que hablaba de desempleo y drama generacional en Italia, es la familia la que esta haciendo de amortiguador social, quienes tienen un empleo estable desde hace muchos años o quienes ya se han jubilado y perciben haberes suficientes, ayudan a sus hijos y nietos en dificultad económica, permitiendo paliar la situación, ya que el Estado contribuye mínimamente y por un periodo muy limitado a solventar las necesidades de quienes han perdido un empleo o se encuentran en dificultad.
Esta condición, no puede durar eternamente y las ultimas medidas adoptadas por actual gobierno italiano, no miran a solucionar la situación, sino mas bien a empeorarla, ya que se han introducido importantes modificaciones en el sistema de contratos de trabajo, entre ellas, la abolición del articulo 18 del «Estatuto de los Trabajadores», que era el que impedía a las empresas el despido sin justa causa y la obligación de reintegrar a los trabajadores despedidos en condiciones poco claras. Se borran de este modo, décadas de lucha sindical y se cancela la existencia de los contratos a tiempo indeterminado, aumentando la precariedad y empeorando las condiciones contractuales y laborales.
Según el gobierno, este tipo de medidas, deberían dar el impulso a las empresas para que asuman mano de obra, pero lamentablemente esto no va acompañado con medidas que disminuyan la carga impositiva sobre los salarios, ya que la empresa paga al Estado tanto como lo que paga al trabajador, ni tampoco medidas que abran el mercado económico a las personas con contratos a tiempo determinado o precario.
Sin un contrato de empleo a tiempo indeterminado, en Italia es imposible acceder al crédito, comprar una casa mediante hipoteca, adquirir bienes en cuotas, alquilar una casa, planificar, formar una familia. Como ya he mencionado en otros post en que hablaba de las nuevas reformas laborales en Italia, los contratos a tiempo determinado son breves y la incerteza de la renovación de los mismos, es una pesada carga para los trabajadores, como así también los periodos de permanencia sin empleo, en espera de la renovación, ya que las empresas para evitar de cumplir con sus obligaciones, dejan pasar un par de meses entre las renovaciones de contrato. Los alquileres y demás gastos fijos de las familias, no pueden suspenderse de este mismo modo.

En el caso de los inmigrantes, la situación es aun peor, por que no solo no cuentan con el apoyo de las propias familias, sino que en la gran mayoría de los casos, han venido aquí para poder solventar a las necesidades de los familiares que han quedado en el país de origen, además sin un contrato a tiempo indeterminado, el Permiso de Residencia se puede perder y esto los obliga a tener que regresarse a su país o a quedarse en Italia en condiciones de ilegalidad, cosa que implica muchas dificultades, incluso muy serias, ya que se exponen a la detención y a la expulsión.
La inmigración en Italia ha disminuido sensiblemente en los últimos años por estos motivos y se han incrementado contrariamente las emigraciones, sobre todo entre los jóvenes profesionales italianos, quienes abandonan la península en busca de mejores condiciones económicas y contractuales, sobre todo para poder realizarse profesionalmente en países donde los conocimientos y capacidades son valorados y el Estado invierte en investigación y nuevos proyectos.
Según el ultimo informe del Istat (Instituto Nacional de Estadísticas), el 41% de los jubilados y pensionados italianos no llega a percibir 1000 euro mensuales, los inmigrantes han disminuido del 15%, mientras los emigrantes aumentan del 20%, en la ultima década el 70% de los estudiantes que han obtenido una titulo de estudios universitario ha emigrado. La desocupación en general es del 13%, pero entre los jóvenes llega al 43%.
Definitivamente no es un buen momento para elegir Italia como destinación, el malestar en la población es palpable, aumenta el rechazo y la discriminación hacia los inmigrantes y muchos políticos oportunistas aprovechan esta situación para aumentar el odio, con eslogan como: «los extranjeros nos están robando el empleo«.
Vía: Repubblica