Entre fines del siglo XIX y principios del XX, gran cantidad de europeos, emigraban hacia el nuevo continente: “La América, la tierra prometida”, sea por las guerras, sea por las enfermedades o el hambre que en aquel entonces diezmaba a esta parte del mundo.
Un siglo después, este fenómeno se sigue verificando, pero por motivos muy distintos a los de entonces.
En ocasión de mi último viaje a la Argentina, tuve oportunidad de tomar contacto con algunos de los pasajeros con los que compartíamos el vuelo, muchos de ellos ancianos o jubilados, aun en forma y con buena salud. Hablando de los motivos del viaje, algunos se atrevieron a confesar, que habían decidido emigrar hacia la Argentina u otros países de América latina.
Ante mi incredulidad, me explicaron que ellos si bien habían pasado toda su vida en Europa, tenían algún familiar o amigo que en el pasado había emigrado hacia los mismos destinos y que dadas las condiciones económicas actuales, resultaba muy conveniente este cambio de vida.
Nuevos Inmigrantes Italianos en Argentina
Que la retribución que reciben del Estado, no les permite hacer grandes cosas quedándose en en sus lugares de origen y dado que el Euro es una moneda muy fuerte en este momento, resulta mas conveniente invertirlo en países donde esta moneda tiene aun mas valor.
De este modo, muchos han llegado, han comprado propiedades por poco dinero (al cambio), han montado establecimientos o explotaciones rurales y aun con menos dinero, pueden hacer trabajar personas para ellos, incrementando aun mas sus capitales.
Además, han reiniciado sus vidas sentimentales, ya que en muchos casos, viudos o simplemente solos, no les ha faltado una “compañía autóctona”, dispuesta a compartir el resto de sus días. Y que mejor que “un/a latino-americano/a caliente” para este fin.
De regreso en Italia, en un programa televisivo pasaron un informe sobre este tema, comparando la vida de un jubilado que se queda en su país y uno que ha decidido emigrar hacia América latina u otro país en vías de desarrollo. La diferencia de calidad de vida es muy marcada. Mientras el que ha quedado en Europa, juega cartas o mira la tv en soledad, contando los días que le restan, incluso internado en un hospicio.
El que ha decidido emigrar esta en los mejores tiempos de su vida, haciendo dinero, en una hermosa casa y en completa tranquilidad en compañía de su pareja, posiblemente mucho mas joven, que le da todo lo que parecía perdido.