En Europa hemos llegado al periodo del vino nuevo o “novello” como se denomina en italiano, finalizada la vendimia, este tipo de vino joven es producido y envasado para la venta sin un periodo de añejamiento.

Prácticamente, cada región de Italia tiene sus productos típicos y como he mencionado en otras ocasiones, los italianos que son muy localistas, consumen casi exclusivamente lo que se produce en sus orígenes, esto vale también para el vino.
Los vinos italianos son suaves en su mayoría, incluso con un sabor ligeramente dulce y en muchos casos con un cierto grado de efervescencia, característica que agrada al publico local.
Las características de los vinos cambian de región a región y en la zona sur de Italia se producen las variedades con mayor carácter.
Existe una clasificación, según las características intrínsecas y lugar de producción que parte del vino común o “da tavola” al que le siguen: con Indicación Geográfica Típica (IGT), con Denominación de Origen Controlada (DOC) y con Denominación de Origen Controlada y Garantizada (DOCG).
Entre las variedades de blancos clásicos se destacan: Trebbiano (Abruzzo), Vermentino (Sardegna), Vernaccia (le Marche), Moscato (Piemonte) y Verdicchio (Le Marche).
A estos se puede agregar una variedad de blanco licoroso, llamada Passito, nombre que deriva del hecho que se produce con uvas pasas y se puede encontrar en las regiones del sur de la península.
Los vinos tintos mas populares son: Nero d’Avola (Sicilia), Nebbiolo (Piemonte), Barbera (Piemonte), Sangiovese (Emilia – Romagna), Chianti (Toscana), Primitivo (Puglia), Barolo (Piemonte), Valpolicella (Veneto), Bardolino (Veneto) y el Montepulciano (Abruzzo).
Además de vinos, se producen una gran variedad de bebidas espirituosas, llamadas así por que en italiano el alcohol viene llamado “spirito”, como la tradicional Grappa, el Amaro (amargo), el Limoncello y otras variedades de licores a base de hierbas, frutos y otros ingredientes que pueden resultar curiosos como: pétalos de rosa o Peperoncino (ají picante).